Michael Haneke, un visionario cineasta alemán de las dos últimas décadas, considere que tanto el cine como el arte sean parte de una carrera de fondo, sea uno de los reconocidos directores que tenga en sus manos la Palma de Oro, y otro resto de premios merecidos con otra cinta como The White Ribbon (2009), motivos de continúan exponiendo los diferentes métodos de experimentar un sadismo desenfrenado que se camufla en la violencia que disuelve la sociedad, y ver como la gente es muy hipócrita y ciega ante la propia realidad, y para colmo de males el autonegarse.
Y así, Haneke tomaría este contexto para involucrarlo en una personalidad llena de modales calmados y gestualidad estática, un aspecto de anciano candoroso, portador de una serenidad en su manera de hablar. Y por eso nos hace ver su tipo de cine con unos ojos tan precavidos que nos hace definir nuestra propia personalidad en un sentido mezquino y verdadero; de tal manera de que el instinto asesino se vea en una manera no tan trillada, mejor dicho como disimulada. Viéndolo en la perspectiva de su cinta escandalosa Funny Games (1997) a la que incluso el mismo Haneke se toma la tarea en el año 2007 de montar su respectivo remake, que como de costumbre la produce con poco casting y presupuesto, mostrando una imagen sencilla, consiguiendo llamar la atención de la audiencia de cómo analizar la manera en la que un enfermo mental se sale con la suya de la manera más disimulada.
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